miércoles, 18 de abril de 2012

Pequeños homenajes. Grandes regalos.

Dice Marga que soy muy dada a las celebraciones pequeñas. A los pequeños homenajes.  Y como ella me conoce muy bien, he de decir que  quizás tenga razón.

Cuando terminé El lector de Julio Verne, con una lágrima en el ojo y mucha congoja en el corazón, me preparé un chupito de ron y brindé por la República, por los guerrilleros y por los que no asumieron nunca el Golpe de Estado a unas elecciones democráticas que deberían haber sido respetadas.  Por una posguerra durísima, por un castigo desproporcionado e inverosímil para los perdedores de una guerra interminable, por las mujeres valientes que colgaban, a pesar del miedo y del terror, sus ropas negras en los balcones si caía alguien en el monte, ropas de color morado si celebraban su República.  Brindé por ellos y por la historia en minúscula de toda la gente valiente que nos precedió, a uno y otro lado de cualquier bando.  
Y brindé por el futuro, porque yo sigo pensando que es ahí donde se alojan todavía y siempre las cosas grandes y maravillosas.

Es una novela aparentemente sencilla que contiene grandes páginas.  A mí me ha gustado mucho.  Es una historia de miedo, dice la autora.  Y de aventuras.  Y de lecturas.  Y de amistad, de una gran amistad.  Y de valientes.  Y de mujeres valientes. Y de nuestra Historia.  Yo he llorado en dos ocasiones con este libro porque me ha tocado de manera muy especial.  Y por eso escribo esta página y por esto te lo recomiendo.
Para postre, Almudena Grandes vino a Toledo a presentarnos esta novela y a hablar de la actualidad más política y candente, así que el círculo se completó perfectamente.

Por eso de que tenemos que celebrar el Día del Libro y la gente busca títulos para comprar y regalar,  te hablaré de los dos libros del Club de Lectura para este mes: El viejo y el mar y Aventuras, inventos y mixtificaciones de Silvestre Paradox.  Hemingway y Pío Baroja.  ¿Alguien da más? 
Sobre todo con la segunda, con Baroja, me lo he pasado fenomenal.  Su lectura se me ha pasado demasiado deprisa, no podía evitarla.  No podía evitarla.  Silvestre Paradox va a ser uno de esos personajes que me va a acompañar siempre.  Es cierto que en el libro no pasa mucho, es más bien la crítica a todo lo que acontece en este país a finales del siglo XIX desde una óptica de un hombre de poca acción, muy barojiano, pero a mí estas novelas me encantan. La novela la terminé, claro, con un chato de vino tinto en honor a los últimos bohemios que circulan por estas páginas, eso sí, en una copa grande y fina, que una tiene sus debilidades de burguesa... !Ay Marga, pues fíjate que vas a tener razón!
Tenemos la sesión del Club de Lectura el próximo martes 24 de abril y ya tengo muchas ganas de que llegue, a ver si el señor Paradox os ha acompañado tanto como a mí.

Ahora.  Ahora he comenzado Diario de invierno de Paul Auster.  Alguien me ha dicho hoy que era muy interiorizado, y a mí me está gustando mucho.  Afortunadamente, porque los dos anteriores de este señor me dejaron un poco indiferente por ser, acaso, condescendiente.  Y sí,  ahora mismo voy a retomar su lectura con una copa (fina y grande) de vino blanco (y caro).  El señor Auster, tan de Nueva York, estoy segura de que brindaría conmigo.  Si termina gustándome tanto como creo, prometo acabar la última línea con un cosmopolitan... en honor a Auster y, mucho más, en honor a Marga.

Tengo más lecturas en el tintero, este tiempo ha sido fructífero, pero esperarán para celebrar el próximo lunes el Día del Libro.  

Mientras tanto, ya sabéis.  Un beso y felices lecturas.