lunes, 2 de diciembre de 2013

CANADÁ TIENE UNA HOJA ROJA EN SU BANDERA!!!

Ya es diciembre. 
Este frío antiguo, de siempre, nos regala tardes de luz de lámpara y libros nuevos.  Líneas nuevas, recién estrenadas, historias por descubrir, regalos.

Entre pilas de exámenes y en un descanso, me paro un poco, brevemente, para concluir que estas últimas semanas han resultado espléndidas en los paréntesis que brinda la lectura gracias a dos novelas bien distintas.  Miguel Delibes, La hoja roja.  Richard Ford, Canadá.

La hoja roja es ese marca que había en los librillos de fumar para avisar de que solo quedaban cinco papeles y que habría que ir comprando otro...  Cualquier fumador sabe que quedarse sin tabaco, sin mechero, sin papel de fumar y tener ganas de encender un pitillo es un desastre, una tragedia griega, un momento de desesperación que hace ponerse las botas al más pintado y bajar al garaje, coger el coche, ir al último bar abierto, llegar a la máquina de tabaco y... Genial, nada de patetismos.  Soy feliz.  Por cierto, os voy a confesar con una sonrisa que en uno de estos ataques vergonzosos el camarero, cuando le pedí cambio para la máquina de cigarrillos, me dijo: "¿Tienes la edad para sacar tabaco?" Y con mis arrugas de cuarentañera me fui más contenta que unas pascuas.  
Pero el libro no trata del tabaco.  La hoja roja es una metáfora de la vejez, de la "sala de espera", del último trecho.  Además de tantos otros temas, como muy bien dijo Samuel en el Club de Lectura.  Es cierto que parece que lees una novela sencilla, porque lo es, pero cuando cierras el libro decenas de reflexiones te asaltan, inevitablemente.  Una gran novela.  Grande Delibes.  Eva, te echamos mucho de menos el miércoles.  Muy grande también el Club de Lectura Juanelo Turriano.

También he terminado Canadá de Richard Ford.  Te dejo en este enlace su entrevista en Página 2 para que disfrutes de este hombre que a mí me tiene cautivada.  


He leído más novelas de Richard Ford y me han parecido más especiales pero no creo que sea porque Canadá resulte peor sino por el deslumbramiento que me produjo su descubrimiento.
Ahora, con Canadá, he disfrutado tanto que me he llevado conmigo la novela a todos los sitios posibles donde sabía que podía tener un rato de lectura y he aprovechado en casa cada momento robado a las obligaciones para seguir en sus páginas.
Un excombatiente norteamericano retirado y sin trabajo fijo y su esposa, ama de casa, frustrada poeta y mujer muy especial, deciden robar un banco.  Esta decisión, que acabará mal (lo cuento porque se dice en las primeras líneas de la novela) va a suponer un antes y un después en la vida de sus dos hijos mellizos, chico y chica, de 15 años.  
Solo un autor excepcional puede escribir en las dos primeras líneas de la novela sobre ese atraco y sobre unos asesinatos que se van a producir en la página 400 sin que la narración pierda un ápice de interés, sin que sea eso crucial para que la lectura de estas páginas sea completamente estimulante.  
Porque realmente por lo que tu mente va navegando es por las decisiones que vamos tomando, por la soledad, por el desamparo, por los errores, por los recuerdos de la adolescencia, por esa única mano que te ayudó un día, personajes secundarios que devienen en imprescindibles, por la amistad, por la vida.

Por nuestra vida que, al cabo, es una vida hecha de todas las cosas que nos han pasado y de todos los momentos que hemos vivido.  Y cuando consigues poner todas las piezas aparentemente dispares en un rompecabezas y van uniendo unas con otras, cuando van casando, nada es ajeno ya a nosotros.  En absoluto.  Es nuestro.  Somos nosotros.

Quizás tengamos que llegar a sacar esa hoja roja del librillo de Delibes para darnos cuenta de todo lo que somos y sobre todo, de todo lo que hemos sido y que nos hace únicos.

De momento yo sigo pensando que tengo mucha suerte de tener una familia increíble y unos amigos que, repartidos por varias regiones, me siguen alentando.  Dejaré los rompecabezas para otro rato, ahora solo quiero elegir una nueva novela...

Un beso y ¡¡felices lecturas!!






1 comentario:

  1. He leído Canadá Sonia. Excelente recomendación. Lo he leído degustando pensamientos, miedos, sueños. Me gusta esa forma de escribir: con sencillez, sin grandezas. Te trasladas no solo a un tiempo, a una situación, a una familia, a unas circunstancias, sino sobre todo a unas mentes. Solo y pura vida.

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